PICO BENOU ( 2.319 mts )
Toño Rapún, Sabiñanigo, 25 de febreo de 2019
Por una serie de circunstancias, yo llevaba bastante tiempo sin cramponear, así que le dije a Jesús que me acompañara a una ascensión facilita para reciclarme. Me dijo que sí, sin ningún problema, como siempre ha hecho conmigo. Nos fuimos a la estación de esquí de Astún y a las 11 h salíamos hacia el pico que había elegido. El Pico Benou a 2.319 mts. El día era perfecto, un cielo azul azulón, y un sol radiante. No atisbamos ni una sola nube. La nieve estaba "al dente", imposible mejor, nieve muy amable en la que los crampones se clavaban perfectamente.
Fuimos ganado altura hasta encontrar la primera "precumbre" ( hay varias ) y el desnivel para llegar arriba de esta primera engañina era importante. Con el fín de no clavarnos en la nieve optamos por subir a "cuatro patas" para agrandar la superficie de apoyo. Un piolet en cada mano y los pies bien calzados con los crampones cumplierosn de maravilla el objetivo. Y todo iba bien hasta que yo, me acerqué más de lo debido a los pies de Jesús, y me dió con la punta de un crampón en mi frente. El responsable fuí yo pero comenzó una hemorragia que, afortunadamente, aplicando nieve pudimos cortar, pero mi aspecto era de terror. Todo se quedó en un pequeño susto.
Seguimos ascendiendo aprovechando las estupendas huellas que había y la verdad es que era como subir una escalera, sobre todo para Jesús, que se mueve en la nieve mejor que en su propia casa. Está muy fuerte y a mí me resulta imposible seguirle pero él tiene paciencia y, además de animarme en todo momento, siempre encuentra un lugar en donde esperarme hasta que yo llego. A través de un terreno bastante llano y que conforma la linde natural entre España y Francia llegamos a la cumbre. Es curioso mirar hacia la izquierda y ver Francia y mirar hacia la derecha y ver España.
Los paisajes que pudimos visualizar eran de ensueño. Muy pronto inciamos la bajada por el valle que pasa al lado del lago helado. En un lugar al sol y con hierba para sentarnos repusimos fuerzas.
El resto de la bajada lo hicimos muy rápidos y solamente perdimos un poco de tiempo porque, de nuevo yo, tuve un pequeño incidente : metí la pierna derecha en uno de los agujeros que a veces hay en la nieve, y que no se ven, y se me quedó clavada hasta el punto que tuvo que venir Jesús para ayudarme a sacarla. Seguimos bajando y muy pronto llegamos a la estación de Astún. Eran las 5 de la tarde.
Fué un día estupendo y los dos concluimos que había sido un gran relajo para la vista y para el espíritu. Fantástico el comportamiento y la paciencia de Jesús al que le debo mucho, tanto por haberme inculcado la montaña y la nieve, como por haberme enseñado lugares que no conocía de esta privilegiada tierra. En Villanúa paramos a tomar unos torreznos con unos vinos y nos quedamos nuevos. Nuestra perrita Chucky, que también nos acompañó, disfrutó muchísimo. Es una perrita muy inteligente y vital. Y también es muy vital nuestro bólido, el Opel Kadett que, a pesar de sus 31 años de vida, nos lleva por todos los pueblos de la comarca y se comporta como un campeón.
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