Glaciar de Morterascht y terrazas Bellavista en la ruta normal al Piz Bernina desde el albergue Diavolezza por el glaciar Vadret Pers y la Fortezzagrat. Se cruzan por zonas poco agrietadas y en general es una ascensión glaciar fácil, segura y de escaso peligro. Varios días de nevadas en altitud han borrado la traza, pero voy a tener suerte pues un guía suizo, Jean, y sus dos clientes. Andrea y Alberto (romantcho) tienen previsto salir hacia la cumbre a las 04:00 h. Me presento y les explico que yo saldré detrás al amanecer. Ampliar imagen haciendo click. ¡Genial, yo iré siguiendo su huellas!
Dormitorio económico para los alpinistas. Albergue Diavolezza (2.970 m) 2 de septiembre de 2019. Hay poco ambiente montañero la noche anterior. Estoy solo en una habitación de 20 plazas. Aún así conseguiré dormir bastante bien. A las 06:00 h me despierto y bajo a desayunar. Martes, 3 de septiembre de 2019. Los tres suizos han salido a las 04:00 h, pero hay una pareja de belgas desayunando. Les comento la posibilidad de ir juntos para asegurarnos en el glaciar y en la cresta, pero de modo tajante e inamistoso rechazan mi ofrecimiento, "Ella es mi mujer y sólo se encuerda conmigo" Pues vaya qué antipáticos... Ampliar imagen haciendo click.
Ampliar imagen. Del albergue Diavolezza, 2.970 m, descender por sendero y morrenas hasta el glaciar Vadret 2.700 m que debemos atravesar en dirección S.O para encaramarnos a la cresta Fortezza. Al principio es amplia y fácil. Luego se estrecha y empina hasta salir a las Terrazas Bellavista que atravesamos horizontalmente hasta la cuenca alta del glaciar Morterascht. En un islote de roca está el refugio italiano (Marco e Rosa) 3.600 m. Un nevero y una cresta escarpada (Spallagrat) nos conducen la cumbre del Piz Bernina. Ayer por la tarde bajé a reconocer el glaciar y un enorme quebrantahuesos se me acercó a sólo unos 15 metros de distancia. ¡Son las criaturas de los Alpes que me dan la bienvenida!
Fortezzagrat, cresta con cortos resaltes de escalada (III y III sup) bien indicada y asegurada con instalaciones de reunión y rápel. Me encaramo y la resuelvo muy deprisa. El paso más difícil y aéreo está en lo alto. Hay unos jovencitos enrredando sin intención de subir. La pareja belga se ralentiza abajo y parece atascada. En lo alto se conecta con laderas y pendientes de nieve. Me pongo los crampones y sigo la pisada de los tres suizos que evita las grietas y séracs.
La travesía horizontal de la cuenca alta del glaciar Morterascht es larga y ascendente primero. Luego desciende atravesando una zona de grandes grietas. Hay que saltar a un puente de nieve. Impresionante pasaje que a la vuelta evitaré siguiendo otra huella. Entramos en Italia y aparece el refugio Marco e Rosa (3.600 m) donde me tomo un par de cafés. Un guía italiano y su joven clienta descienden de la arista Biancograt.
Refugio Marco e Rosa.
Primer espigón de la Spallagrat. Lo bordearé por el sur.
Desde el refugio Marco e Rosa subir hacia el norte una lengua de nieve y en el punto más alto, dejando una placa amarilla a nuestra derecha, remontar una pendiente de rocalla en diagonal de izquierda a derecha por una especie de canal. Salimos a una brecha encima del primer resalte. Contornear por encima del nevero, presas pequeñas, aéreo (II sup) Aquí me cruzo con los tres suizos que descienden de la cumbre. Meto un mosquetón y me engancho a su cuerda en este tramo tan expuesto como impresionante ¡gracias amiguitos! A continuación vienen dos resaltes en ligero extraplomo. Estoy solo y dudo si debo asumir el riesgo total. He pensado que si meto la cuerda doblada en el anclaje y le hago un nudo prusik puedo darme ocho o diez metros de cuerda en auto-seguro hasta superar el paso y llegar al siguiente anclaje. Así lo hago, rápido y decidido. Buenas presas para los pies y las manos (III sup) Tiro desde arriba y un cabo se engancha. Desciendo un corto rápel, la desengancho y vuelvo a subir. El siguiente paso es todavía más desplomado pero hay arriba una presa magnífica. Recupero sin problemas y pliego la cuerda que guardo en la mochila. Saco el piolet y sin ponerme los crampones remonto una arista de nieve hasta la antecima (Spalla) Una cresta fácil (I y II) y casi horizontal me deposita en la cumbre del Piz Bernina 4.049 m. Son las 15:30 h. Estoy solo. No hace viento ni frío. Hago un par de fotos. En el buzón hay un libro pero está mojado e inservible. Tengo que bajar ya. Necesitaré cuatro rápeles para alcanzar el nevero. Me pongo los crampones y a las 18 h estoy de vuelta en el refugio Marco e Rosa justo a tiempo para invitar a los suizos a una cerveza por su ayuda y ánimo. ¡Gracias Jean, Alberto y Andreas!
Jean, el joven guía suizo me invita a hacer, al día siguiente, la travesía del Piz Palú. Se lo agradezco pero prefiero completar mi ruta en solitario. He subido por Fortezzagrat y quiero descenderla sólo también. Los dos belgas andan por ahí cabizbajos y con cara seria. Me saludan e intentan entablar conversación, pero su oportunidad ya paso...
Miércoles 4 de septiembre, Crast Aguzza, los suizos han encontrado un paso para evitar la enorme grieta y su tenebroso puente. Yo los sigo a distancia y nos despedimos con alegres gritos montañeros.
¡Piz Bernina, qué hermosura!
Rápidamente atravieso las Terrazas Bellavista y llego al inicio de la cresta Fortezza.
Un guía y su cliente asoman mientras dejan atrás los pasos difíciles. Van también al Piz Palú. Seguirán cuatro días de lloviznas y nevadas que me impedirán conseguir otra cumbre. Me veré obligado a regresar a España. Estar con la marabunta de turistas se me hace insufrible. Durante la vuelta recibiré muchas atenciones por parte de los suizos que se preocuparán de que acierte a cambiar de tren.
Les pido que me hagan una foto. La previsión es que ésta tarde llega una depresión atmosférica y tienen prisa. Arrean para arriba y yo pongo cuatro rápeles para descender la Fortezzagrat. Bajaré al glaciar Vadret siguiendo los hitos y lo cruzaré en dirección nordeste. En un arroyo paro a beber y comer. Ahora me queda lo más penoso y fatigante, también peligroso. La morrena inestable de tierra y bloques hasta alcanzar la senda balizada. Son 45 minutos, el último esfuerzo. El albergue Diavolezza está a rebosar de turistas. Me tomo un vaso de vino. Angélica, una camarera jovencita, italiana, me invita a un café expresso. Recupero algunas cosas que tenía guardadas y me alejo un poco para hacerme una sopa y comer. Son las 13 h. Bajar desde el refugio me ha costado 6 horas, lo mismo que subir. Algunas mujeres se me acercan y me regalan fruta y chocolatinas. Me graban con sus teléfonos y no paran de preguntarme qué temperatura hacía en la cumbre y cosas por el estilo. Besos y abrazos hasta que termino de hacer la mochila. Sois preciosas, pero yo estoy casado.