jueves, 31 de diciembre de 2020

PEÑA RUEBA. VUELTA IMPRACTICABLE Y PELIGROSA

 

Iniciamos el  rodeo de la Peña Rueba, ruta abierta por el himalayista de Ayerbe Toño Ubieto y que ya he recorrido en tres ocasiones invirtiendo unas seis horas. Empezaremos en el gran techo característico del espolón suroeste y lo haremos en el sentido de las agujas del reloj. Son las 10:30 h de la mañana, un poco tarde, me temo. Y así será pues tendremos que renunciar en el largo  frontal de la cara sur al descubrir que el sendero ha desaparecido devorado por la vegetación. Me acompañan Chucky y Luis Miguel. 16 de diciembre de 2020. Ampliar las imágenes haciendo click. Van a ser siete horas muy intensas, con extravíos y lucha con los zarzales.



Apenas llevamos una hora y ya hemos perdido el sendero. Después de probatinas y a punto de renunciar conseguimos encontrarlo por la canal más al norte de las dos que cierran el circo. Arriba la aguda brecha de la Peña Rueba a la que llegaremos en diagonal desde la izquierda en una remontada penosa por un canalón muy empinado no visible en la fotografía. Es el punto más elevado y allí empieza lo más difícil.




Vira en dirección a la brecha. Muy pintoresca.




Rellano con dos pinos. Buena referencia.



Por fin, a las 13 h llegamos a la brecha noroeste. El punto más elevado.




Lo más penoso será descender en paralelo a la cara norte de la Peña Rueba. Optaremos por un espolón de encinas y coscojos. Al fondo se ven los Mallos de Riglos. Tendremos que ir perdiendo altura por donde mejor se pueda. No alejarse nunca demasiado de la Peña Rueba pues hay unos cortados abajo del todo y no se podría seguir. La fragosidad del monte es increíble. Hay que armarse de coraje y meterse por los túneles y pasadizos de los jabalíes. A menudo las zarzas imposibilitan el paso.



Espolones y gran diedro de Peña Ruaba. Más de 300 metros de pared vertical. Escalé el diedro en 1977. Única repetición, y sin vivac. El escalador aragonés Juan Carlos Castaño ha asegurado estas vías dotándolas de un mínimo equipamiento, clásico para civilizar un poco la brutal exposición de esos itinerarios.



Luis Miguel ensangrentado tras luchar con las jodidas y cabronas zarzas.



Ahora seguimos un senderito bajo el espolón este y llegaremos a una pista forestal que baja a la carretera. Es una escapatoria fácil y segura pero insistimos en cerrar la vuelta y proseguimos hacia la esquina sur este.



Collado sur-este. Hay dos buenos hitos pero aquí se acaba el sendero. Tiramos casi una hora más ya en plena cara sur pero ya monte a través abriéndonos paso por terrenos empinados y abarrancados. Son las 15,30 h y solo nos quedan dos horas de luz. Después de haber pasado por aquí en tres ocasiones, la última hace unos seis años, decido pedirle a Luis Miguel que retrocedamos hasta la pista de la cara este y terminemos la circular por la carretera y la pista que sube a las balsas, donde está aparcado nuestro coche. A regañadientes Luis Miguel acepta.



Con la última luz, por un atajo, olivares, dos kilómetros de carretera y la subida de la pista conseguiremos completar la vuelta a la Peña Ruaba. Creo que hemos optado por lo más prudente. El tramo final discurre por un camino entre cortados. Muy mal sitio para que te pille el ¨negro jabalí¨ (la noche) Estamos muy contentos, Chucky también, de que todo acabe bien. Ahora haremos unas paraditas en los bares de Ayerbe y después en el recién reformado "Cobertizo" con un delicioso surtido de raciones.



Ampliar imagen para apreciar que nos faltaba casi todo el frontal de la cara sur hasta llegar al techo, el punto de partida. La ruta circular a la Peña Ruaba está engullida por la vegetación. Los barrancos y cortados pueden convertirse en una trampa. En verano no hay agua. Un vivac a pelo casi nunca es agradable. Los zarzales funcionan como los barrotes de una celda: No te dejan pasar. Y si las zarzas dicen No, es No.










domingo, 27 de diciembre de 2020

OTURIA 1.920 m. RAQUETADA CON NIEBLA Y LLUVIA

 
Amaneció lluvioso y salimos tarde, pasadas las 10 h desde Javierre del Obispo en la ladera oeste de Santa Orosia. Pronto calzamos las raquetas y el camino se va intuyendo. 11 de diciembre de 2020. Adrián y Jesús. Visibilidad nula. Ampliar imagen haciendo click. El agua nos calará del todo y lo sabemos, pero Adrián (Tenerife) quiere subir el monte Oturia de 1.920 m. Santa Orosia es la patrona de nuestra comarca.



El día se mantiene lluvioso pero progresamos a buen ritmo. El bosque irá quedando atrás y rumbo Este, siempre ganando altura llegaremos a la cumbre en unas tres horas para un desnivel de casi 1.100 m. Son trece kilómetros entre subir y bajar.




Cima de Oturia. Adrián está contento a pesar de la niebla cerrada. Son casi las 14 h y hemos de bajar cuanto antes para que no nos pille el "negro jabalí" (la noche). Por fortuna están nuestras huellas muy bien marcadas, y además llevamos GPS.


Bajamos rápido y llueve cada vez más. La marcha nos mantiene calientes.



Abandonamos las planicies de Santa Orosia y nos metemos en el bosque, entre hayas, abetos y pinos. Adrián ha visto un precioso tejo y le cuento la historia del hayedo de Oturia que estuvo a punto de ser talado para hacer carbón vegetal para barbacoas por una multinacional alemana, allá por 1985. Conseguimos salvarlo. No fue nada fácil.


Adrián disfruta estos bosques tan distintos a los de Tenerife.


Apenas hoy hemos visto ni un minuto de sol, el viejo payaso. Nos quitaremos las raquetas cuanto antes. Bajamos calados y chapoteando por las torrentillos que bajan por el camino.  En Javierre del Obispo comeremos un poco mientras el taxi viene.




Terreno margoso ya muy cerca de Javierre. Han sido unas seis horas en total. Por fin asoma unos instantes el sol, el viejo payaso. Oturia, hermosa montaña. Cuanto te quiero. Adrián también ha sido capturado por su legado espiritual y la belleza de sus formas y coloridos. Santa Orosia: La Santa de la Montaña (Oro) de los Torrentes (Sia)






HAYEDO DE OTURIA, 35 AÑOS DESPUÉS DE SER SALVADO
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Ayer le conté a Adrián la simpática historia de cómo conseguimos evitar que el hayedo de Oturia fuese talado y convertido en carbón vegetal. Pero la lluvia y la densa niebla no permitían ninguna visibilidad. Aquí pongo unas fotos de ese coqueto bosquecillo, agazapado en la vaguada noroeste del monte Oturia. ¡Te gusta, eh!

miércoles, 23 de diciembre de 2020

MONTE GÜÉ 1.600 m. RAQUETADA Y DESCENSO MONTE A TRAVÉS

 

Descenso con raquetas por la larga pista forestal. Al fondo Monte Güé 1.600 m. Chiqui, el perro de Marisa acumula pelotones de nieve compacta pegados a sus patas. Es por la electricidad estática. Por ahorrarnos la pista se me ocurre la pésima idea de bajar monte a través, lo que resulta mucho más fatigoso, largo y estresante. Hemos de convertirnos en auténticos jabalíes. Adrián, Chucky y yo vamos delante. Serán casi cuatro horas de bajada. 9 de diciembre de 2020. Ampliar imágenes haciendo click.



Pinar orientado al norte. Gran innivación.




Inicio descenso hacia el norte.




Güé 1.600 m. Tres horas y media desde Puente Aurin. Desnivel 900 m.


Fuerte espesor. Fatigoso.



Marisa y Chucky, felices en la nieve.



Adrián el canario. Es su primera raquetada.



Chiqui va apurado.



Un canario feliz de patear mucha nieve.



Vértice geodésico en la cima. Bajaremos por la pista y luego la pifiaremos monte a través. La nieve oculta bojes, zarzas, erizón y otros arbustos. Será penoso.



Nubes de frío. Hay que abrigarse.



Árbol de Navidad.



Al fondo el macizo del Monte Perdido. LLegaremos abajo ya casi oscureciendo. La noche, el negro jabalí, acecha a los montañeros en esta época del año. Los días son muy cortos. Hay que correr. Si te quedas arriba puedes palmarla por hipotermia. 

sábado, 19 de diciembre de 2020

PEÑA DE LOS MOROS 1.307 m. RUTA NORMAL. PASAMANOS

La Peña de los Moros 1.307 m, es un promontorio calcáreo en las estribaciones de la cara oculta del Moncayo, parque natural, sector sur. Pero resulta más cómodo para nosotros entrar por el norte desde Talamantes, Collado del Campo y desde el refugio atravesar hacia el S.O dejando al norte los barrancos de colorines (Valdepino) 3 de diciembre de 2020. Joaquín es un joven montañero de Ainzón, ilusionado por ascender esa fortaleza de roca. Ampliar imagen haciendo click.


Buscamos la vertiente norte, fría y sombría. Pendientes empinadas de hierba, pequeños cortados peligrosos si están mojados. El muro final, de unos diez metros de altura se supera por una repisa diagonal de unos quince metros de longitud, equipada con un pasamanos sujeto a cinco clavijas. Hace un poco de frío y nos encordamos con una cuerda supletoria de seguridad. Joaquín está impaciente por empezar a trepar la vira.


Primer contacto. Los músculos responden y enseguida entramos en calor. La instalación facilita mucho ascender la imponente Peña de los Moros. La cuerda es vieja pero está en buen estado. Hay buenas presas y hermosos agarres. Utilizar cuerda de seguridad. Preveer cambiar el pasamanos. Así se reciclan las cuerdas.


La vira se ensancha. En lo alto hay dos sólidas clavijas.



Peña de los Moros 1.307 m. Tres horas desde Talamantes. Al fondo el Morrón.


Es la sexta vez que subo a este impresionante Peña de los Moros.


La cumbre es extensa con varias puntas. La cresta es fácil. Joaquín coge hábito y destreza. Es un hombre sano y robusto. Quiere iniciarse en el Pirineísmo invernal. 


Al fondo las Peñas de Herrera. Abajo, profundo, el barranco de Valdeplata. Ahora destreparemos el pasamanos y con mucho cuidado descendemos las delicadas pendientes de hierba y una corta chimenea con arbustos.

Sólido puente de roca. Instalación un poco traperilla. Ya la reforzaremos.


Ponemos un sencillo rápel en un puente de roca . Puede ser útil si vamos con niños, novatos o principiantes. Mi política es cero accidentes.


Examinamos una sólida pared sólidamente construida, posiblemente una fortificación de la época de la Reconquista. La sierra divisoria del Moncayo tuvo que ser una frontera militar entre moros y cristianos.


Joaquín señala los orificios donde se encajaban los maderos para sustentar el piso habitacional de esta fortificación, posiblemente construida y utilizada por los musulmanes. Hay orificios para observar y lanzar saetas. Rápidamente regresaremos a Talamantes. Nuestro plan nutricional pasa hoy por el afamado Mesón del Aceite, en Bulbuente. Comida buena y abundante. Muy económico. Excelente servicio.


En el Collado del Campo me encuentro con dos amigos de la juventud de cuando la Escuela Nacional de Alta Montaña, la ENAM. Rufo y su compañero me han reconocido. Nos damos un fuerte abrazo y nos prometemos no renunciar, nunca jamás, a recorrer nuestras amadas montañas. Joaquín, casi treinta años más joven, busca en los senderos y riscos lo mismo que nosotros: La libertad.