miércoles, 1 de marzo de 2023

VÍA DE LA PLATA ENTRE SEVILLA Y MÉRIDA. PROVINCIA DE BADAJOZ

 

Recorriendo todo el Oeste de España, la Vía de la Plata, readaptada ahora como Camino de Santiago. Abandonamos ya la fascinante provincia de Sevilla y su bravía Sierra Morena para ir perdiendo altura hacia las llanuras de Extremadura por la provincia de Badajoz, la más extensa del territorio nacional. Ampliar imagen haciendo click.


A la salida del Real de la Jara (Sevilla) dejamos esa indicación para coger una buena pista agrícola hasta un barranco que me exige descalzarme pues voy con unas zapatillas de las de estar por casa que me tuve que comprar en una mercería de Castilblanco de los Arroyos pues las zapatillas de mi hijo, que me llevé para acabarlas de romper, me estaban haciendo una peligrosa ampolla. Felizmente siempre llevo COMPED en mi botiquín, y funcionará muy bien.


Un majestuoso castillo, en ruinas, nos recibe al entrar en Badajoz.



Esta será la etapa más dura de todas, por extensos encinares, dehesas y cultivos, cruzando carreteras y sorteando la autovía, llegaré primero hasta Monesterio, el primer pueblo de Badajoz, 20 kilómetros que me han costado unas cinco horas pues me detuve a tomar un café en un área de servicio invitado por unos senderistas extremeños que me acompañaron un buen trecho. En Monesterio voy al restaurante Mallorca y me obsequio con una buena ensalada y un suculento Secreto Ibérico, acompañado de buen vino Ribera del Guadiana. Son las tres de la tarde, me quedan cuatro horas de luz para conseguir llegar a Fuente de Cantos. La ola de frío llega poderosa al paisaje de encinares, cultivos y dehesas, con un viento del Norte que haría muy desagradable, incluso peligroso, un vivac a la intemperie con mi ligero saco de dormir. Aquí no hay donde refugiarse, todas las fincas están valladas. Psicológicamente estoy un poco tocado. Un corredor me ha dicho que puedo llegar a Fuente de Cantos en poco más de dos horas. Acelero el ritmo y un buen trecho más tarde me encuentro a un agricultor con un todoterreno. Se ofrece a llevarme y me dice que en "poco más de una hora, llegas a Fuente de Cantos" Prosigo a pie, animado por mi avance mientras el sol comienza a ponerse. Bastante más adelante veo a un guarda forestal de la Junta de Extremadura, a lo lejos ya se ven las casas de Fuente de Cantos.
Una vez más, le pregunto al guarda forestal cuantos kilómetros me faltan, y su respuesta me deja helado: Diez u once kilómetros todavía. La mujer que lo acompaña me advierte: Se te va a hacer de noche. Me hacen unas precisiones respecto a las bifurcaciones que me voy a encontrar y salgo corriendo, mochila a cuestas. En un primer tirón de 30 minutos ya avanzo cuatro kilómetros y cruzo el río, tramo clave, por un paso sobre piedras. Encuentro un cartel: Fuente de Cantos 7,2 kmts. Venga, lo voy a conseguir. En una hora conseguiré llegar a Fuente de Cantos. En un cruce de caminos se me aparece posada en una valla una simpática cogujada. Qué bien, hacía tiempo que no veía ninguna!





Estoy llegando a Fuente de Cantos. Encontraré un alojamiento confortable y económico (18 euros) en el Hostal Vicenta. Ducha, revisión del COMPED, cura del dedo que llevo infectado desde hace casi un mes, todo está en orden y mejorando. Me meto una cena de campeonato, dormiré bastante bien tras esta dura etapa de 44 kilómetros (10 horas) y con un sustancioso desayuno, cargado de energía y optimismo, emprendo el camino hacia Zafra. Será una etapa tranquila, unos 33 kmts.



Una hermosa silueta. Tramo junto a la carretera. Luego paisaje agrícola.



La Puebla de Sancho Pérez, un bonito pueblo extremeño que me sugiere al del Alcalde de Zalamea. Hay un restaurante con muy buena pinta, pero lo encuentro un poco caro pues una Ensalada de Frutos Secos ya te cobran 14 euros, y con una copa de vino y un café te acercas a los 18 euros. Pero si en Zafra te comes un Menú por 12 euros...
En Zafra me alojaré en el Hotel Cervantes, muy céntrico, confortable y económico, 28 euros. Me compro dos pares de calcetines en una mercería. En un super compro queso fresco y fruta. Me lo cenaré tranquilo en la habitación del hotel.



Saliendo de Zafra en dirección al pueblo de los Santos de Maimona. Pasaremos una bonita sierra de pinos y luego un paisaje agrícola con varias granjas de cerdos, hacinados y en mal estado vital. Después viene Villafranca de los Barros donde cogeremos un arcén de unos 18 kilómetros hasta Almendralejo. Es una ciudad agroindustrial y encuentro alojamiento en el Hotel Acosta Vetonia, oportunamente situado ya a tres kilómetros en dirección a Mérida. Alojamiento muy confortable con desayuno incluido, 44 euros. Descansaré muy bien y a las 7,30 h, con mi linterna frontal saldré en dirección a Torremengía, por una carretera nacional paralela a la autovía.




Esta última etapa empieza por el arcén de la carretera nacional y luego por caminos agrícolas con algunos charcos. Dejo al oeste una pequeña sierra de peñascos. Me cruzo con un ciclista que viene de Mérida y le pregunto: ¿Cuántos kilómetros faltan? Respuesta: Diez! Continúo caminando y enseguida viene otro ciclista. ¿Cuántos kilómetros faltan? Respuesta: Doce! Un poco más adelante encuentro un cartel indicador. Mérida, 11 kmts. Qué jodidos, estos extremeños, ja, ja!




Las encinas se van acabando. Tierras de cultivo con fábricas y fincas valladas de alambre. Esta etapa, de unos 30 kilómetros hasta la estación de Mérida me ha costado unas seis horas. Mi dedo ha mejorado bastante. El COMPED del pie derecho me ha protegido de una lesión. Las zapatillas de andar por casa que me compré en Castilblanco, siempre con dos pares de calcetines, han cumplido a la perfección. Luce el sol y el viento se ha calmado.



Puente sobre el río Guadiana. He conseguido llegar a Emérita Augusta (Mérida) desde Hispalis (Sevilla) después de casi siete días de marcha por la Vía de la Plata, unos 230 kilómetros de caminos, pistas, sendas, arcenes y carreteras. Ahora me iré a comer y por la tarde cogeré un tren hasta Madrid y a continuación otro hasta Zaragoza donde haré una pernoctación antes de llegar a mi pueblo. A pesar del frío pienso que esta ruta no puede hacerse durante los meses de verano.

En el tren de vuelta hago amistad con una simpática pareja de extremeños. Muy montañeros no son. Lo que les gusta es el golf y recolectar setas. Muy bien, este otoño os invito a conocer los Pirineos. Buscaremos robellones y podréis jugar al golf. Tal vez en Las Margas o en el campo de golf de Badagüás.  Son Emilia y Fernando. LLegaré a Madrid a tiempo de pillar un AVE para Zaragoza donde pernoctaré. Al otro día, antes de subir a Sabiñánigo, visitaré la basílica del Pilar. Ha sido un viaje maravilloso.

5 comentarios:

  1. se te hizo corto, con ese ritmo que coges, incluso con rozaduras, has conseguido cumplir unas etapas enormes. y como no has sabido sufrir y disfrutar la Tierra de Campos.
    ENHORABUENA

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  2. Gracias Félix. Ciertamente, he disfrutado mucho.

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  3. Tampoco te has estado parado....

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  4. Bonita Extremadura, la tierra de mis padres..que son de quintana de la serena,al lado de zalamea de la serena

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  5. Chulo ..bonita la tierra de mis padres...

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