martes, 19 de abril de 2022

TUCA DE PADERNA 2.628 m. LA NIEBLA Y EL VIENTO NOS IMPIDEN SUBIR EL ANETO

 

Portillón Superior del Aneto. 2.900 m. Niebla cerrada que impide toda visibilidad y nos ha obligado a retroceder en la cota 3.050 m cuando el viento arrecia. Serge Casteran, el célebre guía francés y su cliente también se han dado la vuelta intimidados por las condiciones atmosféricas. 9 de abril de 2022. Ampliar imágenes haciendo click.




Estamos de vuelta al Portillón Superior y abandonamos el glaciar del Aneto. Hemos salido a las 7 h de La Renclusa unas 40 personas, casi todas con esquís. Ni siquiera han podido subir a ninguna de las Maladetas. El GPS no sirve en el momento que abordamos terreno abrupto. De bajada me separo de mi compañero José María que desciende directo a La Renclusa. Me desvío al oeste hacia la Tuca de Paderna.

En verde mi ruta de subida a la Tuca de Paderna. En rojo la bajada hacia La Renclusa.


Tuca de Paderna 2.612 m, al fondo la Tuqueta Blanca de Paderna. En estas canales murieron once jóvenes soldados sepultados por una avalancha. El día va mejorando lentamente y me he encontrado a un alpinista catalán, Francesc, instalado en Las Paules. Ha subido por la vertiente norte y trasmite una fuerte impresión de compañerismo montañero. Nos hacemos amigos y prometemos volvernos a ver.



Francesc, experto alpinista con un estupendo palmarés.



He bajado directamente por un empinado corredor, delicado al principio (60º) y luego un valle donde ya encuentro huellas que me conducen rápidamente a La Renclusa donde me reuniré con José María. Este colofón montañero me tranquiliza en mis necesidades de entrenamiento montañero. La Tuca de Paderna es una gran montaña.


Tuca de Paderna 2.628 m, vista desde el Norte (Plan del Están)



Tuca de Paderna, al norte de las Maladetas.


José María ha sido un excelente compañero y de común acuerdo hemos renunciado a la cumbre del Aneto, como la totalidad de los montañeros que lo han intentado. Este hermoso perro se deja fotografiar con nosotros en La Renclusa (qué remedio le queda al pobre) emprendemos el regreso contentos de haber sabido renunciar reconociendo que son las condiciones atmosféricas las que deciden, expeditivamente, si se puede subir o no a la cumbre. No tenemos absolutamente nada que objetar, eh!

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