viernes, 22 de abril de 2022

BUYERDE-LUESIA-PEÑA DE LOS ACHARES. SIERRAS DE SINUÉS. ¿SE MERECE ANTÓN CASTRO QUE LA BIBLIOTECA LLEVE SU NOMBRE?

 

Robledar de Buyerde, en Sinués (Huesca) Valle de Aísa con magníficos ejemplares de troncos robustos y ramaje más delgado por haber sido aprovechado durante siglos. En Buyerde pasaban los inviernos los bueyes, sueltos pastando y radiendo, libres y felices a la espera de que llegue el tiempo de labranza. Qué animales tan nobles y buenos aquellos bueyes con los que pasé mi infancia. Por desgracia no conservo ninguna foto de aquellos años en Sinués, aunque nunca podré olvidar a mi querida abuela María Viscasillas y sus amorosos cuidados racionandome el chocolate. 15 de abril de 2022. Ampliar imágenes haciendo click. Javier y mi perra Chucky, pastora de los Pirineos.


Sinués (1.080 m) visto desde El Noval donde mi familia tenía un extenso campo de trigo. Para abonarlo solo teníamos el estiércol de los corrales. En un día bien aprovechado podíamos hacer cuatro viajes de fiemo aparejando dos machos, cuatro espuertas por viaje. Ni un sólo gramo de "fiemo" ni cualquier otro detritus orgánico iba a parar a los ríos y barrancos. Las aguas estaban puras y se podía beber de cualquier arroyo. El río Estarrún nos mantenía bien alimentados con truchas, barbos, madrillas y anguilas. Era un maná inagotable. Pero llegó el "progreso" y de repente todos los ríos se volvieron venenosos ensuciados por las aguas residuales. Y las truchas desaparecieron.


Mirador de Pietrola 1.400 m, sobre el Valle del río Osia. Al fondo El Baste (Bisaurin) y abajo Aragüés del Puerto y Jasa. Recuerdo mi primera excursión senderista precisamente aquí. Mi madre me metió en el tren en Zaragoza. En Jaca estaba mi abuela, con su perra Linda, esperándome. Cogimos el autobús de Chullón (Escartín) y los tres nos apeamos en Jasa. Aquella tarde yo andaría por siete u ocho años y marchaba feliz junto a la abuela y la perra por un buen camino sintiéndome absolutamente protegido por ellas dos. La Peña Sobretodos y su afilado corte, el negro profundo del pinar de Bosa, las Gargantas de Aísa y sus picachos nevados, todos me daban la bienvenida, y así, en un par de horas, al caer la tarde, llegamos a Sinués.


Peña de los Achares, vista desde Los Contaderos donde se contaban las ovejas, pero tuvo que venir un ingeniero forestal (Peña, probablemente) y rompió la brecha para meter una pista forestal que no tiene ninguna utilidad más que para que los cazadores en la actualidad suban con sus todo terrenos a tender emboscadas mortales a los jabalíes. Mi madre pastoreaba sus crabas y solía subirse a la peña desde donde las podía controlar. Creo que heredé de ella la atracción por los terrenos abruptos y escarpados. Me siento feliz encaramado sobre los abismos!



Con la excusa de una donación de libros, muchos de ellos de escaso interés, el escritor gallego Antón Castro se incorpora con honores a la historia de Sinués.  Después de haber leído uno de sus libros "El sembrador de prodigios" estimo que Antón Castro es un crítico de libros, biógrafo de escritores y reúne un abigarrado e intransitable temario de anécdotas, donde la creación literaria brilla por su ausencia. "Golpes de mar" sí me está gustando un poco y aprecio argumento aunque no agilidad en el relato. El episodio increíble de "Alba", la narración,  está demasiado contaminado por la Literatura. Finalmente el libro tropieza con otros libros, y eso rompe la secuencia de lectura. Nos vuelve a recordar que sólo estamos leyendo,  sin entusiasmo, un libro más.
El curioso relato de Gabriela Gestal es un folletín imposible de creer donde el señor Castro mezcla la Galicia marinera con el Pirineo profundo. El papel lo aguanta todo, cierto, pero el cuento carece de un final aceptable. Antón Castro sabe empezar una historia, pero acabarla ya es otro asunto. Comprendo que es un tipo desvergonzado y que juega con la identidad e idiosincrasia de marinos y montañeses. No me extraña pues que haya tenido el desparpajo suficiente para poner su nombre en una placa conmemorativa en la pomposa biblioteca pública de Sinués.
Yo fui de niño a la escuela, precisamente donde se ha ubicado la biblioteca. La (última) maestra, Doña Paca, esposa de Decoroso, que hacía cañablas, bregaba con ocho o diez alumnos. La desgracia que se abatió sobre Sinués la afectó más que a nadie y sufrió la soledad y el desamparo. He tenido muchos maestros y profesores, pero ninguno tan vocacional y entregado como Doña Paca, que procedía de Luna, en las Cinco Villas. ¿Porqué no se le dedica la biblioteca a ella?

4 comentarios:

  1. Muchas gracias Jesús por enseñarme ésta y otras rutas de senderismo en lugares del Pirineo, algunas de ellas en lugares poco conocidos, todas tienen su belleza.

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  2. Gracias Javier. Volveremos en otoño con la cesta y la navaja. Al rebollon a navajazo limpio!

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  3. Buenas tardes Jesús, estoy haciendo un trabajo sobre los antiguos pueblos (despoblados) medievales de la Jacetania, Veo que conoces Sinues y alli tengo una duda con la ermita de San Andres. Resulta que por los alrededores de la ermita hay muchisimos vestigios de que eso correspondia a un antiguo poblado y la ermita de San Andres era su parroquial. Al abandonarse esta iglesia quedo reducida a ermita al cuidado de Sinues y su romeria. Pero esta claro que San Andres es el nombre de la Iglesia no del pueblo, restos hay y muchisimos, pero del nombre del pueblo al que correspondia me salta Luesia (no se si era pueblo), Gasa y Basa y tambien San Fructuoso. No se si tu tendras el nombre al que correspondia este lugar. Ya hace tiempo que descarte Puyo y San Salvador de Puyo que tenemos localizados sus restos incluso de la antigua iglesia. gracias.
    Miguel Angel Barrutia de Pablo
    mbarrutiadp@hotmail.com

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  4. Miguel Ángel: La sierra que domina, al sur, la ermita de San Andrés, se llama precisamente Luesia.
    Nunca he oído hablar de ningún asentamiento en sus inmediaciones. Es poco probable pues no hay fuentes de agua cerca.
    Recuerdo de niño la romería a San Andrés. Subíamos andando, con los machos. El cura decía misa. Comíamos rancho de carne con patatas. Vino, melocoton y dulces. La gente cantaba y los chicos jugábamos mientras, discretamente, mozos y mozas desaparecían en la espesura.
    De todos modos, le voy a preguntar a Felipe Luna que está en la residencia de Biescas. Un saludo y gracias por tu interés.

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