Domingo 5 de noviembre 2017. El cierzo azota con fuerza la Sierra de Alcubierre. Hemos caminado tres horas desde el Santuario de la Virgen de la Sabina (Farlete). En lo alto hace frío y hemos construido un tosco (como todo lo que hacemos) túmulo de piedras en recuerdo de los cuatro lobos de la manada Caprasio muertos a tiros por los cazadores monegrinos en junio de 2017.
Sobran las palabras y de poco sirven las reflexiones. Una vez más los lobos han muerto a tiros, acribillados a balazos. Los bosques de pinos y sabinas se estremecen con el viento. La sierra está triste y huérfana. Le mataron a sus lobos. Un crimen horrible.
Hemos perdido esta batalla, pero mas pronto que tarde los lobos volverán a intentar recuperar los montes de Aragón. Ahora ya sabemos que la protección del lobo en nuestra comunidad autónoma es una mentira, papel mojado, una farsa total pues los cazadores acribillaron a los lobos ante la total y absoluta inacción del SEPRONA y los Agentes de Protección de la Naturaleza. Si tuvieran un mínimo de dignidad el señor Olona y su equipo técnico tendrían que dimitir y dedicarse a recoger latas y plásticos por el monte. Al menos harían algo útil.
Una estatua de la virgen preside esta impresionante atalaya en el corazón de las tierras monegrinas. La sierra de Alcubierre constituye un hábitat-isla preparado para acoger al lobo ibérico. Hay una población estable de ciervos y corzos.
Al atardecer descendemos por un pintoresco sendero atajando casi una hora. En Farlete tomaremos unos cafés y nos despediremos no sin antes haber concertado un nuevo encuentro, para enero, en las nieves del Pirineo.
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