Al final del verano, el pequeño y escondido glaciar de Robiñera está fraccionado y en hielo vivo. Es un lugar secreto y acceder hasta esos hielos exige un esfuerzo considerable y un gran instinto de orientación. Lo descubrí desde la travesía de las crestas de Troumouse y La Munia y me cautivó. Desde entonces lo he recorrido en dos ocasiones y otra, interesante, la prominente Arista del Oso, donde no hay parabolts y nunca los habrá. Sencillamente porque los taladradores carecen de la capacidad montañera para llegar hasta ese santuario misterioso y gratificante de los Pirineos.
Exiguo glaciar de Robiñera. Lo pasamos sin crampones.
Simpática familia de valencianos. Desenfocados y con niebla. Es mi amigo Carlos, con hijos y nietos. No vale la pena ampliar la imagen, ja, ja!
Oscar y Jesús. Han sido cinco horas desde el aparcamiento de Barrosa. Desnivel en torno a 1.700 metros. Descenderemos por la vía normal Petramula y Chisagüés, hasta Parzán. Son cuatro horas de bajada.
Simpática familia de valencianos. Desenfocados y con niebla. Es mi amigo Carlos, con hijos y nietos. No vale la pena ampliar la imagen, ja, ja!
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