domingo, 15 de julio de 2018

CAÑÓN DE VALDEPLATA, MUELA VALDEASCONES, PEÑAS DE HERRERA, LA TONDA


Desde el pueblo de Talamantes (900 m) seguir el G.R en dirección sur ascendiendo hasta el Collado del Campo (1.300 m)


Abandonamos el G.R y descendemos al oeste por un barranco de paredes coloreadas en un sorprendente mosaico natural de gran belleza.



Formas afiladas por la erosión hidrica.


Cárcavas sobre materiales inestables y blandos.


Alcanzamos el fondo del Cañón de Valdeplata y los paredones de la Plana de Valdeascones.

Conglomerado calizo que recuerda las esculturas de la Isla de Pascua. Valdeplata es un santuario de los buitres. Escaladores: respetad el lugar y absteneos de ascender estas murallas. En las Peñas de Calcena teneis ya muchas vías equipadas.

La misma roca vista desde el sur.

Ascendemos unas quebradas entre farallones donde anidan los buitres y por una brecha aguda salimos a la inmensa Plana de Valdeascones, límite entre Calcena y Purujosa, en la vertiente sur del Moncayo.


La plana es muy extensa. Las ovejas la pastorean y ha sufrido muchos incendios. Al norte el Morrón y las Peñas de Herrera.

Plana de Valdeascones 1.300 m. Al fondo la Muela de Beratón.

Vértice geodésico. Insecto depredador, caza y come otros insectos. (Asilidae, unas 200 especies en la Península Ibérica)



Ahora cruzaremos toda la plana hacia el norte. El terreno es rocoso, agreste e irregular y se camina mal entre hierbajos. Moscas chupasangres y tábanos agresivos te hacen correr, de veras...


Bello ejemplar de roble, testigo de la vegetación primigenia de la plana.



Punto culminante de las Peñas de Herrera, Picarro 1.600 m, al este del Moncayo y dominando Talamantes.



Rápido descenso y galopada por la pista forestal hasta llegar, de nuevo, al Collado del Campo. Ascendemos ahora hacia el este, la Tonda, 1.500 m.



Primero al norte y luego al oeste perdemos altura entre los pinos de repoblación en dirección a Talamantes. Fuente del Boticario y G.R por la que empezamos a caminar al amanecer. La excursión por las estribaciones orientales del Moncayo nos ha permitido constatar la dureza del terreno y lo áspero del monte. Pinchos, aliagas y erizones. También sabinas, pinos y encinas. Todo está verde y florido y el agua corre por los regatos. Los insectos, pájaros y aves rapaces lo llenan todo, la vida bulle y la belleza invade cada rincón de estas sierras ibéricas al este del Moncayo y al sur del Valle del Ebro. Preveer entre ocho y diez horas de marcha. Cantimploras. Evitar los meses de verano. Peligro de insolación y golpe de calor.

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