lunes, 30 de julio de 2018

MONT BLANC 4.810 m

MONT BLANC 4.810 m. 
Álvaro Osés Arbizu. Alpinista y escritor. Tudela de Navarra.
Campamento en Tete Rousse. 10 de julio 2018


Cuando me propusieron ir al Montblanc contesté afirmativamente sin pensarlo demasiado, después me entraron las dudas: No hacía una actividad en altura desde 2005, unas semanas antes había hecho un test en la Pica de Estats que me demostró que podía acabar agotado después de 12 horas de marcha, además, el plan de ataque iba a ser una ascension alpina, con tienda de campaña, saco, esterilla y comida, sin aclimatación previa... eran suficientes incógnitas como para dudar del éxito de la empresa ¿Cómo respondería a ese esfuerzo mi cuerpo con un pie en la cincuentena? ¿Qué tiempo tendríamos en la ascensión? ¿me harían rozaduras las botas nuevas? ¿A qué huelen las nubes cuando te cae una tormenta del carajo?

Como último entrenamiento, la semana anterior al viaje, subí al Moncayo desde San Martin de la Virgen del Moncayo (1.800 mts. de desnivel) con peso suplementario en la mochila y un pinganillo en la bajada para escuchar el partido de la Selección. Lo mejor del fútbol ese sábado fue que pude estar en la cima media hora tumbado en absoluta soledad. A estas alturas, un lujo al alcance de muy pocos privilegiados. España jugó sin gloria y mi cuerpo, sin excesivas alegrías también, me brindaba un empate entre mi esfuerzo y el cansancio inevitable. Parecía no obstante que iba cogiendo la forma física necesaria.

Lo que no pude entrenar fue el trasero. Los más de mil kilómetros entre Sabiñánigo y Saint Gervais Les Bains del día 8 de julio fueron un pequeño tributo que pagamos sin rechistar y parando cada dos o tres horas como mandan los próceres de tráfico.

El lunes día 9 tuvimos un agradable día de descanso con paseo matinal por un bosque, comida en el pueblo, comprobación de los horarios del tren de cremallera e inesperada constatación de que se puede dejar el coche aparcado gratis delante de la estación del tren. No todo es sacar dinero al turista en el parque de atracciones de los Alpes.
Un baño en el lago adyacente al camping y sólo quedaba esperar a que Quique y Mónica regresaran de su ascensión al Mont-Blanc de Tacul para completar el equipo.

Todos los astros parecían haberse alineado para concedernos la cima. El primer día de ascenso el tiempo fue magnífico y la ventana de buen tiempo estaba anunciada hasta el viernes. Subimos los primeros 800 metros sin problemas y acampamos en la nieve cerca del refugio de Tête Rousse rodeados de bastantes tiendas, muchas de ellas de polacos que parecían buscar con ansia las condiciones invernales que tanto les gustan. Cenamos pasta, frutos secos y comida de fortuna.

La primera noche fue bien para todos excepto para Jesús que había bebido agua de un nevero con un refugio por arriba y tuvo que salir hasta siete veces de la tienda por des-composición. Nos levantamos a las dos de la madrugada, Jesús no pudo desayunar y Enrique y Mónica se fueron al refugio donde habían reservado el desayuno y la tienda de campaña en la que habían dormido. El famoso corredor de Gouter, también llamado por los españoles «La Bolera» estaba inerte. No caían piedras. La arista de Gouter estaba limpia de nieve, una ascensión de unos 668 metros con sirgas y estacas metálicas en la que también hay que estar atentos a las caidas de piedras, afortunadamente no subía mucha gente delante nuestra y, nosotros, como las condiciones lo permitían, decidimos también subir sin cuerdas para evitar a los de abajo sorpresas innecesarias.
Hay que reconocer que este año de abundantes nevadas también había contribuido a que no necesitáramos cuerda ni arneses para atravesar grietas que estaban bajo un manto espeso de nieve. Desde hace un año o así, el alcalde de Saint Gervais ha obligado a todos los alpinistas a llevar un material mínimo: arnés, casco, botas, piolet, crampones, etc... y la razón es la proliferación de personas que se creen poseídas por el espíritu de Kilian Jornet.


Álvaro Osés pasando cerca del nuevo refugio de Gouter.

Hasta el refugio de Gouter el tiempo fue frío pero soportable, yo subía detrás de la incombustible Mónica con una camiseta térmica y un forro polar grueso. Al asomarnos a la cresta de nieve que ya no abandonaríamos hasta la cumbre, el aire nos obligó a ponernos cortavientos y continuamos los últimos mil metros de desnivel sin problemas por unas pendientes de nieve no excesivamente vertiginosas para lo que yo me imaginaba y con la nieve en condiciones muy buenas.

Cota 4.000, refrigerio.


Dome de Gouter con el Mont Blanc al fondo.


Arista de les bosses.



El momento de cumbre fue magnífico para todos. Para Jesús, que a pesar de su problema gástrico, llegó 20 minutos antes que el grupo era su segunda cima del Montblanc. Para los demás, era nuestro estreno en el techo de Europa Occidental y en mi caso, suponía conseguir la cima después de dos intentos, el primero de los cuales databa de 1996. No está mal para un Cabrónidas Andino cincuentón como me ha apodado Jesús en este viaje relámpago a los Alpes.

Como suele ocurrir en este tipo de aventuras, aún nos quedaba lo más complicado: el descenso. Después de muchas horas de bregar con la nieve refulgente y el calor de la bajada (horas interminables) volvimos al refugio de Gouter y, esta vez sí, entramos para celebrar la cima con una cerveza. A Quique el brebaje caliente que pagamos a precio de gulas le revivió de tal forma que no necesitó descansar mucho para retomar la arista de Gouter junto con Mónica. Jesús y yo nos echamos una siesta en el comedor y casi dos horas después emprendimos la bajada acompañados de un ruso que aparentemente confiaba en nuestro criterio.

El paso del corredor era muy diferente a las seis de la tarde que a las tres de la madrugada. Cada diez minutos aproximadamente, caían piedras de multitud de tamaños, algunas como armarios roperos que tenían la virtud de bajar golpeando otras muchas piedras que acababan en tromba justo en el paso que debíamos atravesar. Lo pasamos a la carrera, sin encordar y, en el caso de Jesús, sin crampones: tampoco eran absolutamente necesarios. Lo peor había pasado.

En el viaje de regreso oímos en la radio que habían prohibido el paso a todos los alpinistas que intentaran como nosotros la llamada Vía Real y que no tuviesen noche reservada en el refugio de Tête Rousse. Hasta cierto punto puedo entenderlo, vi a más de un español comentar que iban confiando en el buen corazón de los refugieros si la cosa se ponía seria porque no tenían solucionada la noche de regreso de la cima... una cosa es la aventura y otra la inconsciencia, si quieres la cima siempre puedes hacer como nosotros, cargarte como una mula y tirar para arriba como un cabrónidas cualquiera.

Jesús, Álvaro, Mónica y Quique.

miércoles, 25 de julio de 2018

PICO ARRIEL 2.885 m. LOS PERROS QUEDAN ATADOS

Collado entre el Pico Arriel y el Petit Arriel. Nuestros perros se van a quedar aquí bien atados pues la pirámide final del Arriel presenta cortas trepadas, pasos de Iº y IIº, y riesgo de caída de piedras. Desde el embalse de La Sarra se coge el camino del río Aguas Limpias y después de pasar el puente sobre el Barranco de Soba cogeremos un desvió que sube hacia el norte, señalizado "Pico Arriel", 45 minutos desde La Sarra. Superar un hayedo empinado, sendero tortuoso, bien balizado con hitos. En unos 30 minutos saldremos a un rellano despejado, pradera y torrente principal que desciende precisamente del Pico Arriel.

Pero remontamos unos quince minutos por la orilla este para cruzar a la otra orilla, ganar unos 50 metros y tomar una media ladera en dirección sur-oeste que asciende hasta un colladito, hito. Por prados empinados, senda, trazas, ascender al norte, con tendencia nor-este, saliendo al Collado de Soba, 3 horas y media desde La Sarra. Atravesar neveros y pedregales hasta el Collado Arriel-Petit Arriel, cuatro horas desde La Sarra, preciosa vista sobre el Palas y el Balaitous.

Los perros aúllan, pero acabarán callados. Remontamos junto a una cuniestra de nieve en la loma norte del Pico Arriel.

Chequeando al novato, trepadas fáciles pero con abismo. Mejor una cuerdecita. Ya conocéis mi política en la montaña: cero accidentes!!

Corto tramo en cresta con abismo a ambos lados (IIº)

Alberto Pueyo, el papá de Arriel Pueyo Vallés, mi nieto, contento en la cumbre, 2.885 m.

Al fondo el Balaitous 3.144 m y su formidable arista Noroccidental, flanqueada por la Gran Diagonal, toda nevada... pero estamos a 17 de julio!

viernes, 20 de julio de 2018

GORGAS DE SAN JULIÁN (NUENO)

De Nueno, a unos 15 kilómetros de Huesca capital, tomar una pista hacia el oeste, cementerio y urbanización. A unos 20 minutos encontramos una pista hacia el norte con la indicación Gorgas de San Julián. Pronto se convierte en sendero y gana altura contorneando ligeramente la falda de la sierra por el oeste hasta que se define con claridad en dirección a un desfiladero de murallas de conglomerado rojizo. En una hora llegamos a las Gorgas de San Julián.

Vegetación mediterránea, madroños, coscojos, encinas y sabinas. Sendero pintoresco, de escasa dificultad, bajo las paredes verticales de la garganta, muy pobladas de aves rupícolas y grandes rapaces como el buitre leonado.

Hermoso techo.

Altar de culto al fondo de las Gorgas.

Un lugar fresco y recóndito.

Potente manantial de aguas cristalinas que desagua la Sierra de Gratal por el sur.

Ermita de San Julián, acompañado de San Cristobal y la Virgen del Pilar. Las Gorgas de San Julián merecen ser visitadas. El esfuerzo es mínimo y la recompensa grande. Agua, bosque, frescor y Naturaleza. Un lugar especial que no nos dejará indiferentes.

domingo, 15 de julio de 2018

CAÑÓN DE VALDEPLATA, MUELA VALDEASCONES, PEÑAS DE HERRERA, LA TONDA


Desde el pueblo de Talamantes (900 m) seguir el G.R en dirección sur ascendiendo hasta el Collado del Campo (1.300 m)


Abandonamos el G.R y descendemos al oeste por un barranco de paredes coloreadas en un sorprendente mosaico natural de gran belleza.



Formas afiladas por la erosión hidrica.


Cárcavas sobre materiales inestables y blandos.


Alcanzamos el fondo del Cañón de Valdeplata y los paredones de la Plana de Valdeascones.

Conglomerado calizo que recuerda las esculturas de la Isla de Pascua. Valdeplata es un santuario de los buitres. Escaladores: respetad el lugar y absteneos de ascender estas murallas. En las Peñas de Calcena teneis ya muchas vías equipadas.

La misma roca vista desde el sur.

Ascendemos unas quebradas entre farallones donde anidan los buitres y por una brecha aguda salimos a la inmensa Plana de Valdeascones, límite entre Calcena y Purujosa, en la vertiente sur del Moncayo.


La plana es muy extensa. Las ovejas la pastorean y ha sufrido muchos incendios. Al norte el Morrón y las Peñas de Herrera.

Plana de Valdeascones 1.300 m. Al fondo la Muela de Beratón.

Vértice geodésico. Insecto depredador, caza y come otros insectos. (Asilidae, unas 200 especies en la Península Ibérica)



Ahora cruzaremos toda la plana hacia el norte. El terreno es rocoso, agreste e irregular y se camina mal entre hierbajos. Moscas chupasangres y tábanos agresivos te hacen correr, de veras...


Bello ejemplar de roble, testigo de la vegetación primigenia de la plana.



Punto culminante de las Peñas de Herrera, Picarro 1.600 m, al este del Moncayo y dominando Talamantes.



Rápido descenso y galopada por la pista forestal hasta llegar, de nuevo, al Collado del Campo. Ascendemos ahora hacia el este, la Tonda, 1.500 m.



Primero al norte y luego al oeste perdemos altura entre los pinos de repoblación en dirección a Talamantes. Fuente del Boticario y G.R por la que empezamos a caminar al amanecer. La excursión por las estribaciones orientales del Moncayo nos ha permitido constatar la dureza del terreno y lo áspero del monte. Pinchos, aliagas y erizones. También sabinas, pinos y encinas. Todo está verde y florido y el agua corre por los regatos. Los insectos, pájaros y aves rapaces lo llenan todo, la vida bulle y la belleza invade cada rincón de estas sierras ibéricas al este del Moncayo y al sur del Valle del Ebro. Preveer entre ocho y diez horas de marcha. Cantimploras. Evitar los meses de verano. Peligro de insolación y golpe de calor.

martes, 10 de julio de 2018

PICO DEL ÁGUILA 1.970 m y BORREGUIL DE LA CUCA 2.099 m

Desde el Circo de Rioseta alcanzar la base de la cara norte del Pico del Águila. Es frecuente ver volar por aquí al buitre quebrantahuesos. Entonces descubrimos una repisa de pinos que sale a la izquierda  (este) del torreón del pico y nos deposita en una cresta herbosa con pinos que contornea las paredes verticales. Traza poco marcada y señales de P.R (blanco y amarillo) y también azules.

La pendiente impresiona (50º), hierba resbaladiza con un cortado más abajo. Peligroso con nieve. Piolet útil para clavarlo en la hierba (matojo tracción)

Rocas fáciles permiten coronar el Pico del Águila 1.972 m, dos horas desde el campamento militar de Rioseta (1.400 m)


Pico del Águila. Al fondo los Lecherines y el Aspe.

Desde el collado del Águila, salida del corredor, hemos oblicuado en diagonal hacia la arista este del monte Borreguil de la Cuca. Ha sido más de media hora con serio peligro de caída. Pendientes fuertes, hasta 50º, trazas de pasos de sarrio. Piolet imprescindible (matojo tracción)


 
Ha sido una mala idea pero ya estamos en la arista y su confortable camino que sube desde Canfranc Estación. Bonitas vistas sobre el circo de Tortiellas. Borreguil de la Cuca 2.099 m.

Rápido descenso a Canfranc Estación. Cascada Cola de Caballo y Fuente del Burro. Vermouth y almuerzo en el bar "El Andén". Después tenemos 50 minutos por carretera y pista hasta cerrar el círculo de nuestra excursión, de nuevo en el Circo de Rioseta. En total hemos invertido unas nueve horas, incluido un minicursillo de escalada. Finalmente AEMET la ha pifiado: no ha llovido como pronosticaban. Pero no importa, lo hemos pasado bien, concentrados en las vertiginosas pendientes de hierba húmeda y otras simpáticas atenciones que nos han ofrecido hoy los montes de Rioseta. Chiqui disfrutó a tope, el muy perrillo, ja, ja!

jueves, 5 de julio de 2018

PEÑA FORATO 2.750 m. CARA NORTE.

Antonio Megía, alpinista de Sabiñánigo, relata su ascensión a Peña Forato por la cara norte. Su perro Rocky lo acompañó hasta el principio de las dificultades. En la foto el Forato de los Diaples. Ampliar haciendo click. La ruta normal de la cara norte deja el Forato a la derecha según se asciende.

Inicio la travesía por el valle del río Bolatica, cerca de Panticosa y en unas tres horas dejo atrás el refugio de El Verde que dejo a mi derecha evitando las lenguas de nieve ganando altura sin ponerme los crampones. Al poco ya he de ponérmelos y coger el piolet, con mi perro Rocky alegre al pisar la nieve y progresamos en dirección sur hacia la oquedad del Forato de los Diaples, gran caverna que dejamos a nuestra derecha para acometer un corredor oculto y empinado de 55º. En lo alto, una muralla rocosa nos cierra el paso. En este punto dejaré atado al perro hasta mi regreso.


Busco una chimenea a la izquierda que luego tendré que rapelar. Roca muy descompuesta (III sup). Encima un corto paso horizontal y un corredor dirección S.E, 60º con difícil salida a la roca. Ya en la cresta seguir al este hasta la poco frecuentada cima bífida de Peña Forato.

Muy emocionante e intensa ascensión a esta cercana, bella y solitaria cumbre.

Peña Forato, 2.750 m. Cara norte, vía normal.